viernes, 26 de noviembre de 2010

Sidcup - Silent Hill



Si hay algo que odio aquí en Londres, son los autobuses…

¡Odio los autobuses! ¡ODIO los autobuses!

Y todos los jodidos días para ir y regresar de Londres tengo que agarrar autobuses, particularmente más odio: El 233.

Siempre va retrasado, inclusive hasta 15 min. Y tú tienes que estar allí en la parada, de pie, esperando mientras te congelas. Y el jodido día que TU estas retrasado, el jodido autobús es muy puntual. Pero generalmente siempre tengo que esperar de 5 a 15 min o más.

Así que ayer, de regreso de mis clases de Street Jazz, me senté tranquilamente casi en el suelo de la parada de Crescent Road, para esperar al encantador 233. Comencé a leer las reseñas musicales de mi Dazed & Confused, pero no me podía concentrar, cada vez que oía un carro aproximarse tenía que mirar para comprobar que no fuera el autobús para no perderlo. Aproximadamente 3 min luego cerré la revista, dándome por vencida.

Los días grises y nublados me ponen reflexiva y activan mis neuronas… Mis neuronas tienen ataques de emoción.

Comencé a mirar, solo observar, estaba observando todo pero viendo nada. Eran las 4:00 p.m.

Así que de repente pensé “Sidcup se parece a Silent Hill” y luego de este pensamiento vino la siguiente reflexión:

“Quizás… ya no estoy en Sidcup, quizás ahora estoy en Sid Hill o Silent Cup. Quizás mi tren se conectó con otra dimensión y me trajo hasta acá, y ahora estoy en el Sidcup de otra dimensión.”

Y de repente mientras miraba al cielo, la iluminación, las calles, las pocas personas a lo lejos…

Siento algo moverse a mi derecha… y cuando digo “algo” es “algo”. Me volvi y me congelé. En un segundo sentí que mi corazón se detuvo dentro de mi pecho. Me asusté tanto que di un brinco, tratando de impulsarme hacia atrás para alejarme. Mis pies se enredaron y caí sobre el pavimento, golpeándome fuerte en la cabeza y raspándome el rostro, pero no sentí dolor. No sentí nada. Solo traté de ponerme de pie desesperadamente, aterrorizada; mientras la cosa comenzaba a moverse hacia mí. Una lying figure.

A penas mis piernas lograron sostener mi cuerpo, comencé a correr, solo correr, sin pensar, sin ver en realidad. Era uno de esos momentos en los que ves todo como una película, como si estuvieras fuera de tu cuerpo, como si vieras todo en tercera persona. Como si fueras un espectador de ti mismo, de lo que tú mismo estás viviendo.

Me detuve en la esquina de Sidcup Hight Street, y miré hacia atrás, había perdido a la cosa. Apoyé mis manos en mis rodillas y comencé a sentir mi respiración de nuevo… Inhalar, exhalar, inhalar, exhalar. Agitada. Mis piernas y brazos comenzaron a doler, me comenzó a doler todo el cuerpo. Noté que mi codo izquierdo estaba sangrando y me había raspado los antebrazos. El rostro me ardía y las sienes me palpitaban. Sentí una explosión de dolor en mi parietal.

Y entonces comencé a llorar. Me cubrí el rostro con las manos y caí de rodillas al piso. Las lágrimas me ardían en los raspones. Me hice un ovillo. Estaba aterrorizada. No entendía nada de lo que estaba sucediendo. “Te vas a morir”, dijo alguna parte de mi mente. Me encogí más. No me quería mover. No me podía mover. Si avanzaba, moriría y se me quedaba allí, moriría también. No era como un juego, donde si me mataban simplemente comenzaba la partida de nuevo. No era como una película, donde el protagonista sin importar qué, siempre lograba sobrevivir. Me iba a morir…

De alguna forma, simplemente dejé de llorar. No importaba mucho lo que decidiera hacer. Pero si avanzaba, había un 95% de probabilidades de que muriera y un 5% de probabilidades de que sobreviviera. Lo cual no es nada alentador, pero me iba a morir de igual forma si me quedaba allí.
Reuní las pocas fuerzas que me quedaban y me puse de pie. Miré alrededor, se veía desierto, o parecía desierto. Todas las tiendas parecían estar abandonadas desde hace mucho, las vitrinas y ventanales estaban rotos, solo había desolación.

Camine un poco por la acera, dentro de las tiendas solo había mobiliario viejo y basura y mugre. Hacía frío, y mucho. Tenía los pies y las manos entumecidas. Todo estaba tranquilo. Me sentí en paz, repentinamente tranquila. Pero no duró demasiado.

Escuché unos gruñidos y me volví rápidamente, con el corazón latiendo violentamente dentro de mi pecho. Era un groaner; no uno, dos. Una especie de perro, sin piel y con un olor repugnante. Olían a muerte. Sus ojos negros estaban fijos en mí. Comencé a correr de nuevo.

Corría tan rápido como podía, como si mi vida dependiera de ello, ¡Y de verdad dependía de ello! Quise mirar hacia atrás muchísimas veces, pero no lo hacía. Los escuchaba gruñir y correr detrás de mí, pero no podía decir con certeza que tan lejos o cerca estaban.

Vi una iglesia al final del camino, las puertas estaban abiertas así que me dirigí a toda velocidad hacia el interior. No estaba segura de donde estaba yendo ni de qué demonios trataba de hacer, solo estaba literalmente corriendo por mi vida.

Iba rápido, todo a mí alrededor se veía borroso. Casi no sentía mis pies, solo sentía miedo adrenalina recorrer mi cuerpo.

No sé qué sucedió. De repente todo dio vueltas, y sentí un dolor punzante en mi pierna izquierda. Solté un alarido de dolor. Había pisado unas tablas de madera podrida del suelo y el material se había fracturado, haciéndome caer y romperme el tobillo. Creo que se me había roto. Era el jodido dolor más fuerte que había sentido. Pero, los groaners. Entre en pánico, me volví rápidamente hacia atrás, justo a tiempo para verlos saltando sobre mí.

Y luego, el 233 llegó y me subí. Llegué a casa y tuve una adorable velada viendo Pulp Fiction.

Sábado, 20/11/1010

Canción del día: Let’s Stay Toghether – Al Green.

Jessi.







No hay comentarios:

Publicar un comentario